Este cuadro es un homenaje silencioso y sentido a todas aquellas comunidades que, durante generaciones, trabajaron con sus manos y dedicaron su vida a los oficios textiles y artesanales, desempeñados con esfuerzo, dignidad y sabiduría a la orilla de ríos y arroyos.

La figura central, una mujer cuyo rostro está bordado por el esfuerzo y el paso del tiempo, representa a todas aquellas personas que, bajo el sol o el frío, entre telas, ruecas y batanes, moldearon un modo de vida hoy casi desaparecido, sin más testigos que la corriente del agua y la sombra de los árboles. Sus pies dentro del agua, su delantal gastado, su pañuelo en la cabeza… cada detalle evoca una forma de vida que se ha desvanecido, pero que sigue viva en la memoria colectiva.

Esta escena no es solo un paisaje natural: es un pedazo de historia, el eco de un batán, el crujir de una rueca, el susurro de unas manos laboriosas que tejieron mucho más que telas: tejieron comunidad, dignidad y raíces. Habla de quienes criaron ovejas, cardaron la lana, tejieron, tiñeron, lavaron y transportaron, de quienes construyeron batanes y los mantuvieron en marcha; de una vida unida por el trabajo, el agua y el legado. Evoca tardes de sol, inviernos duros, conversaciones al borde del río y la fuerza serena de quienes hicieron del esfuerzo una forma de belleza.

Hilos de memoria no es solo un cuadro: es un tributo al pasado, una mirada agradecida a quienes tejieron la identidad de su gente, hebra a hebra, con esfuerzo silencioso y manos firmes, forjando la belleza de una vida entregada. Que quienes lo contemplen sientan el respeto profundo que merece esa memoria viva.

© 2025. María del Carmen Pérez. Todos los derechos reservados.